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Dream on wheels 5

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TheRedGinger's avatar
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Capítulo 5
Temprano. Esa mañana me levanté temprano. No puedo decir a qué hora fue, mi reloj seguía parado. Pero el sol acababa de salir.
"-¡Vaya! ¡Ya nos han hecho la cena!
-¿Quién…?
-Los Yugbefods. El señor Smith dice que hay algunos buenos. Poquitos, pero los hay."
-Y si… No, imposible.
Llevaba todo el rato despierto, pensando en lo que me dijo Lucy. Ella estaba convencida de que los Yugbefods existían, al igual que el señor Smith. No estaba seguro de si eran reales o si Lucy, al ser pequeña, había creído las locuras de ese señor. Sonaba tan descabellado… Por otra parte, eso explicaría lo de la comida y, tal vez, las muchas casualidades del pueblo.
"CLONC"
Una piedra chocó con el cristal de mi ventana. Cuando me asomé, vi a un chico en la calle. No lo había visto nunca.
-¡Abre bien las ventanas! –me gritó.
Yo decidí hacerle caso, así que terminé de abrir las ventanas. Me giré hacia la cama y, cuando volví a girarme, ese chico estaba sentado en mi ventana. Era pelirrojo, tenía los ojos rojos y llevaba un gorro de conejo, con unas gafas de aviador.
-¿¡Qué!? ¿¡Co-cómo has llegado hasta aquí!?
-Je je je… Me llamo Sam –me dijo, tendiéndome la mano.
Sam… ¿De qué me sonaba ese nombre? ¡Claro! Lyra me había explicado que el señor Smith creía que Sam era Peter Pan.
-¿Vuelas? –pregunté.
-Por supuesto. –contestó, tan tranquilo.
Yo miré a mí alrededor. Todavía no había recogido mi habitación, ni me había cambiado, ni había desayunado. Sam se debió de percatar de eso.
-Tranquilo, ya te dejo terminar. –dijo, poniéndose a flotar de nuevo. Y salió volando por la puerta.
-Hum… de acuerdo…
Cerré la puerta y me cambié, ordené mi habitación y bajé a desayunar.
-Vaya, leche con galletas. –dijo él, desde el aire.
Yo me senté y me puse a comer, mientras Sam revoloteaba a mí alrededor. De vez en cuando se me acercaba, para luego impulsarse hacia las paredes, y contemplar los cuadros rasgados.
-¿Ésta es tu familia? –me preguntó, señalando uno de los cuadros.
-No. Nosotros nos hemos mudado hace poco. Y no creo que esta casa perteneciera a nadie de mi familia.
-Pues esta chica se te parece muchísimo.
-¿Quién?
Terminé de desayunar y me acerqué al cuadro que él miraba. Había una familia de tres miembros, el padre, la madre y una chica de mi edad, más o menos. Y sí, esa chica tenía un gran parecido conmigo.
-No sé quiénes son… Pero tú llevas mucho más tiempo que yo en el pueblo, ¿no lo sabes tú?
-Sí, llevo más tiempo, pero es la primera vez que les veo.
-Vaya…
Me puse a pensar sobre quién podrían ser, cuando Sam me cogió y me sacó volando de casa.
-¡Oye! ¿¡Q-qué haces!?
-¿No te gustaría ver el pueblo desde arriba?
-¿Qué? ¿A qué viene eso?
-Tú espera y verás.
Me llevó hasta la plaza y me subió hasta las nubes. Desde allí todo se veía tan diminuto… Lo malo era que, cuanto más subía, más frío hacía. Hasta que acabé tiritando.
-¿Tienes frío? –se rió.- Vale, ya te bajo.
Y, sin decir nada más, me dejó caer. Yo me puse a gritar, estábamos a una altura considerable. En pocos segundos, vi a Sam reírse, mientras yo esperaba estamparme contra el suelo. No sé si fue por inercia, pero noté una lágrima resbalando en mi mejilla, seguida de unas pocas más. Los oídos me pitaban y la cabeza me dolía mucho.
-¡Sam! –grité desesperado.
Justo cuando estaba a punto de llegar, noté algo bajando a más velocidad que yo. Y de repente, me vi en brazos de aquel chico, bajándome lentamente, hasta que toqué el suelo.
-¿¡Pero de qué vas!? –le grité.- ¿¡Es que quieres matarme!?
Él solo se rió.
-Oh, vamos, ¿a que ha sido divertido?
-¿¡Cómo que divertido!? –yo estaba que echaba humo.- ¿¡Te parece divertido intentar matarme!?
-No he intentado matarte, sólo quería ver cómo reaccionabas.
-¿¡Que cómo reaccionaba!? ¡Si casi acabo estampado contra el suelo! ¿¡Cómo voy a reaccionar!?
-Vale, tal vez me he pasado un poquito… Lo siento.
-¡Un poco dice! –la ira casi me había cegado. Así que dándome la vuelta, me puse a andar, con la intención de alejarme de él.
-¡Eh! ¿Adónde vas?
-¡A algún sitio lejos de ti!
-¡E-espera! Oye, lo siento. –dijo de nuevo. Yo trataba de ignorarle.- Escucha, Jan me ha hablado bien de ti, y quería conocerte. Lo que te he hecho a ti se lo he hecho a todos en el pueblo, incluso a Lucy.
Yo me quedé perplejo. Él continuó.
-Es como… una prueba de iniciación en el pueblo, o algo así. –luego se puso a pensar.- Mira, como disculpa ésta noche te enseñaré algo que sólo hemos visto… tres personas. Pero tendrás que volver a volar.
Yo suspiré. Algo me decía que no iba a poder razonar con él, así que acepté a regañadientes. Me llevó a su casa, era de las más grandes del pueblo.
-¡Sam! –gritó una voz desde el segundo piso.
-Cynder, deja de hablar desde allí y ven.
Una niña de la edad de Lucy bajó las escaleras corriendo. Era rubia pero tenía los mismos ojos que su hermano. En cuanto me vio, se abalanzó sobre mí.
-¿Éste es tu amigo nuevo?
-Sí. Es… esto… ¿cómo te llamas?
-E-Elyott.
Sam me ayudó a incorporarme y Cynder a levantarme. Y, ante mi sorpresa, ella empezó a volar también.
-Con que Elyott, ¿eh?
-Elyott… Elyott… E-ly-ott… -parecía que Sam trataba de recordar algo.- ¿Dónde he oído yo ese nombre…?
-¿En el libro de la Yaya Carmina, tal vez?
-¡Sí! ¡Es verdad! ¡En ese libro feo y sucio que nos lee a veces!
-¿Feo y sucio? –pensé yo.
Después de esta breve presentación, Sam me indicó que subiera a su habitación. Al principio me asustaba, pero me acabó cayendo bien. Estuvimos jugando a videojuegos hasta la hora de comer.
-Me voy.
-¿No te quedas a comer?
-No, tengo cosas que hacer.
-Hum… Bueno, pero ven esta noche, ¿vale?
-Aquí estaré.
En cuanto se cerró la puerta, me dirigí a la tienda de la Yaya Carmina.
-Buenos días, hijo.
-Buenos días.
-¿Qué te trae por aquí? –dijo, preparándome algo de comer. ¿Tanto se notaba que tenía hambre?
-Venía a preguntarte algunas cosas. –le contesté.
-Adelante, pues.
Me senté, y primero construí las preguntas en mi mente, para hacer las adecuadas.
-Primero… los Yugbefods… ¿existen?
La anciana se sorprendió de mi pregunta, pero enseguida volvió a sonreírme.
-No, no existen.
-Pero el señor Smith dice que le roban la mermelada.
-Elyott, cariño, una de las cosas que debes aprender es que, en este pueblo las cosas no siempre son lo que parecen, ni lo que dicen.
-Entiendo… Bueno, ¿y por qué cada vez que llego a casa me encuentro con la comida, el desayuno y la cena? Y eso que mis padres no están.
-¿Cómo dices?
-Sí, cada día. Llevo varios días aquí, mis padres todavía no han aparecido y cuando hay que desayunar, comer o cenar, me encuentro con el plato preparado. Incluso ayer, Lucy vino a cenar conmigo y también había un plato preparado para ella.
-Eso no puedo explicarlo, querido. Alguien te debe hacer las comidas y las debe dejar preparadas para ti.
-Pues he preguntado a todos y me dicen que ellos no son.
-Piensa, que todavía no conoces a todos los residentes del pueblo. Además, como te he dicho, las cosas aquí no siempre son como te las dicen.
Le hice unas pocas preguntas más, sobre los aldeanos, y me leyó un poco de su inseparable libro, hasta que se me hizo de noche. La Yaya había preparado estofado, así que cené en su casa. Una vez cenado, me despedí de ella y volví a casa de Sam y Cynder.
-Me pregunto qué querrá enseñarme.
Llamé al timbre pero nadie respondía. Hasta que me llamaron por la ventana.
-Elyott, ahora bajo.
Sam saltó por la ventana y aterrizó ante mí. Luego me indicó que le siguiera hasta la plaza del reloj. Una vez allí, volvió a cogerme, pero esta vez no en volandas.
-¿Preparado?
-No.
-Perfecto. Cierra los ojos.
Él empezó a elevarse cada vez más rápido. Poco a poco fuimos sobrepasando las pocas nubes que había, que me rozaban la cara. Y al final se detuvo.
-Bien, ya puedes abrir los ojos.
Le hice caso y los abrí. ¡Jamás he vuelto a ver nada tan impresionante! El pueblo entero estaba iluminado con lucecillas blancas, que provenían de las casas y las calles. En un pueblo antiguo, pasear de noche ya es de por sí bonito. Pero eso lo superaba todo con creces.
-Vaya…
-¿Te gusta?
-No.
-¿Cómo?
-Me encanta.
Sam esbozó una sonrisa de satisfacción.
-¿Me perdonas ahora por lo de antes?
-Antes de contestar a eso… dime, lo de esta mañana no era una prueba de iniciación, ¿verdad?
-… -se lo pensó un momento.- Vale, me has pillado. ¿Pero cómo lo sabes?
-La Yaya Carmina es más sincera que tú.
Sam suspiró. Estoy seguro de que no se lo esperaba. Pocos minutos después empezó el descenso, hasta que llegamos al suelo. Sam se despidió de mí y empezó a irse.
-Ah, por cierto. Te perdono, me has caído bien. -le dije.
Él sonrió. Y, al fin, volvimos cada uno a nuestra casa.
hola!! aqui traigo el capítulo 5!! sinceramente, es el capítulo que más me ha gustado escribir (a parte del último). Sam es de los que me caen mejor porque es muy alegre y divertido y está loco...(como casi todos en el pueblo). espero que os guste leerlo tanto como a mi escribirlo!!

disfrutad!

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Comments20
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hikari-miyake's avatar
¡¡¡Vuela!!! :iconwtfcatplz: Me molaaaaaaaaaaaaaaaa :la:

Esta genial, y como digo yo, en este pueblo, ¡TODOS LOCOS! :heart: